Me chirría y no me resisto a comentarlo. Hoy no dejan de llegarme vídeos de hombres que pasan la aspiradora como si fuera una escoba, o que no saben como ponerse un delantal, vídeos donde se les ridiculiza para evidenciar que son tareas que habitualmente hacen las mujeres y ellos no suelen hacer.
También me llegan imágenes de mujeres con capa que todo lo pueden.
Si celebrar el día de la mujer consiste en ridiculizar a los hombres y exaltar la mujer como si fuera lo mejor, yo no me sumo.
El día de la mujer debería ser para sentirnos orgullosas de ser mujeres, con nuestros méritos y nuestras debilidades, sin estar por encima de nadie y tampoco por debajo. No somos perfectas, al menos yo no lo soy, no somos heroínas y los hombres tampoco, al menos la mayoría.
Doy gracias por ser mujer, a mi modo de ver, no somos iguales ni físicamente ni mentalmente, pero eso no nos hace ser ni mejores ni peores sino distintos y eso es bonito.
Yo no celebro la igualdad, ni la busco, sino la misma dignidad, el mismo respeto y el mismo valor y es por eso que yo no me sumo a celebrar este día enviando vídeos o imágenes que exaltan a las mujeres y degradan a los hombres, no se puede pedir respeto sin respetar primero.
Cosas que pasan
Esta es una recopilación de cosas sueltas que algún día escribí y guardé en mi ordenador. Solo por no perderlas y por no olvidarlas
sábado, 9 de marzo de 2019
jueves, 7 de marzo de 2019
Abriendo cajones
Desde la ultima vez que me senté ante este teclado lleno de letras y esta pantalla vacía han pasado muchas cosas.
Hemos cambiado de ciudad un par de veces, de Madrid fuimos a Huelva y de allí a Ferrol y ahora vuelta a casa, a Madrid. Ahora mis hijas mayores comienzan a picotear pequeños trabajos y comienzan también a soñar con tener su vida resuelta. Los pequeños, que ya no lo son tanto, me siguen haciendo gracia con sus ocurrencias y crecen a velocidad de vértigo.
En estos años hemos pasado por muchas experiencias que enriquecen, hemos conocido mucha gente buena y ahora volvemos otra vez a nuestra casa, donde nos esperaban nuestras cosas, nuestros muebles, recuerdos, polvo, un par de goteras, un jardín empobrecido por la falta de cuidados y cajones llenos de papeles por revisar.
Todo esto da para mucha escritura, es como si muchas ideas dentro de mi cabeza se agolparan en la frente y pelearan por salir a la luz a través de este viejo teclado. Visualizar esta idea me hace gracia, me parece divertida y no me resisto a imaginar como conseguiré poner un poco de orden para poder plasmar todo lo que no quiero olvidar.
Hemos cambiado de ciudad un par de veces, de Madrid fuimos a Huelva y de allí a Ferrol y ahora vuelta a casa, a Madrid. Ahora mis hijas mayores comienzan a picotear pequeños trabajos y comienzan también a soñar con tener su vida resuelta. Los pequeños, que ya no lo son tanto, me siguen haciendo gracia con sus ocurrencias y crecen a velocidad de vértigo.
En estos años hemos pasado por muchas experiencias que enriquecen, hemos conocido mucha gente buena y ahora volvemos otra vez a nuestra casa, donde nos esperaban nuestras cosas, nuestros muebles, recuerdos, polvo, un par de goteras, un jardín empobrecido por la falta de cuidados y cajones llenos de papeles por revisar.
Todo esto da para mucha escritura, es como si muchas ideas dentro de mi cabeza se agolparan en la frente y pelearan por salir a la luz a través de este viejo teclado. Visualizar esta idea me hace gracia, me parece divertida y no me resisto a imaginar como conseguiré poner un poco de orden para poder plasmar todo lo que no quiero olvidar.
lunes, 2 de marzo de 2015
Abrazos
Mamá, ¿para qué sirven
los ojos? – Para ver las flores, y los pájaros, las montañas y a niñas tan
guapas como tú.
¿Para qué sirven los
oídos? – Para oír la música, el viento, la lluvia… Para oírte a ti cuando
cuentas los números en inglés y cuando cantas canciones.
¿Y la nariz? Para oler la
comida rica de mamá y las flores cuando se abren y para olerte después del
baño, que hueles a colonia y a jabón.
¿Y los brazos? – Los
brazos… (Pensé primero un momento antes de contestar) Los brazos sirven para
coger cosas y escribir… No mamá, interrumpió
Irene con esa mirada tierna y amorosa, con esa cara de lista y con esa sonrisa
que terminó siendo eterna e imborrable. Mamá, para todas esas cosas están las
manos. Los brazos, sirven para abrazar.
Y de abrazos va hoy el
blog.
De querer y de abrazar,
de ayudar y de amar. Si es que al final no lo puedo resistir, los dedos corren
más cuando cuento historias pasadas y esta es una de ellas, porque Irene no es
mi hija, Irene es la hija de Puri, de mi amiga Puri, que sigue llorando con
resignación su ausencia. Porque Irene se fue, se fue físicamente pero dejo su
sustancia, su amor, su alegría.
Y todos los días desde
enero, la tengo presente y oigo hablar de ella. Su madre me cuenta recuerdos y
reímos juntas y lloramos juntas y Puri, sin darse cuenta comparte conmigo su ausencia
y a mí me encanta escucharla porque su historia está llena de amor.
Si yo tuviera un poco mas
de memoria… como os haría disfrutar contándoos estas anécdotas que hacen
revivir a Irene. Pero, el Señor, en lugar de memoria me concedió otro tipo de
dones, variaditos y escasitos pero yo se los agradezco todos. Pero si
yo pudiera escribir aquí las historias tan bonitas que me cuenta Puri de su
hija Irene…
Pero de abrazos va hoy el
blog.
Y es que hoy tengo a una
amiga triste, y lo más que se me ocurre es acordarme de Irene y mandarle uno de
sus abrazos, de los que rodean con la fuerza del cariño y de los que transmiten
consuelo y ánimo. No puedo decirle mucho, no puedo entender un dolor que nunca
he pasado por lo tanto no se cuanto duele, pero si puedo mandarle un abrazo y
un consuelo y pedirle a Irene que la mime y que
la anime y sé que Irene lo hará.
Emma, ¿Para qué sirve el
corazón, si está roto de dolor? - El corazón sirve para perdonar y para seguir
ayudando y para olvidar el dolor y para actuar, buscando no lo que a ti te
complace, sino lo que le complace al otro. Y aunque no entendamos actuaciones y
reproches, el corazón con su paciencia infinita y su persistencia en su actuar
sirve para recordarnos que quien más da y quien más ama es al final quien mas
feliz será.
lunes, 23 de febrero de 2015
Momentos
Hace unos días, mi amiga
Cristina vino a casa a tomar café, pasamos un buen rato hablando de nuestras
cosas, me gusto su visita, no nos quejamos de hombres, ni de niños, ni de la
vida… solo hablamos de nosotras. Fue media horita o puede ser que algo más o quizá
mucho más, pero a mí se me hizo corto.
Cuantas veces nos
sentamos con amigas y buscamos su compañía solamente por el placer de estar
acompañadas, de compartir momentos y silencios…
No os asustéis, yo no sé
filosofar.
Pero de eso va este blog,
del silencio, de la virtud de escuchar, de esas personas que sin compartir
nuestras ideas evitan el juzgarnos y nos ayudan simplemente por el hecho de
escucharnos, por su compañía, por su compresión no hacia nuestras ideas sino hacia
nuestra situación.
Son personas discretas que
prefieren no destacar, pasan desapercibidas haciendo mucho más bien del que se
pueden imaginar.
Ayer, mi Pepe y yo
salimos a pasear, hacia una noche estupenda, habíamos pasado el día con los
niños y entre ordenar habitación, entre parque, entre cuentos, entre comidas y
cenas, se nos había pasado el día. Nos
faltaba después de todo “un poquito de nosotros”.
El cielo estaba
estrellado y las calles medio vacías. Hablamos de muchas cosas pero también
paseamos en silencio, sintiendo gusto por estar juntos, disfrutando de la
noche, de la tranquilidad y de nuestro pequeño tiempo de intimidad. Reconozco
que yo no quería regresar.
Después de tantos años
juntos, compartimos silencios y guardamos pensamientos, no nos juzgamos y… más
o menos… nos comprendemos.
Son estos momentos, son
estas amigas, son estas personas, que comparten su tiempo sin juzgar, silencios
que no incomodan, sonrisas que te ayudan a olvidar, las que consiguen sin darse
cuenta, sin proponérselo pero con gran eficacia que no solo no perdamos el
gusto por la vida, sino que deseemos con todas nuestras ganas el seguir
compartiendo, riendo, soñando…. Viviendo.
lunes, 16 de febrero de 2015
Me importas tu
A punto de cumplir 44 y después de un año entero sin
escribir, me siento ante esta pantalla, teclado y ratón y espero a que me
llegue algo de inspiración.
Han pasado muchas cosas, todas buenas, en este año de
barbecho escritor. Mis hijos crecen y yo engordo, comienzan a salirme canas y las
prioridades en mi vida empiezan a ser otras.
Ya no me importa no ser la mujer diez que fui con veinte
años, tampoco el no estar a la última, incluso me da igual si no llego a fin de
mes y si mis mechas no están perfectamente dadas, no me importa tener la casa
hecha un desastre y tampoco el desorden de mi armario.
Me importan otras cosas.
En primer lugar me importa que mis hijos sean felices, que
se sientan queridos y que estén contentos con lo que son.
Me importa mi matrimonio, mi marido al que quiero tanto y
que en este momento no cambiaría por nada.
Me importa que mis padres, a los que adoro, sigan estando,
que se sientan bien, que sigan dándome su opinión y diciéndome que es lo que
ellos harían en mi lugar. Al final los padres siempre quieren lo mejor para los
hijos.
Me importan mis hermanas, a las que quiero a pesar de mis
cuñados…. y también gracias a ellos.
Me importan mis amigos, sus problemas, sus alegrías, sus
avances.
Me importa el negrito que pide en Mercadona, si ese, el que
tiene el periódico en la mano y que con una sonrisa que le recorre la cara, te
da los buenos días esperando que te acuerdes de darle algo a la salida.
Me importa ese señor que se cruza conmigo por la calle y va
pensando en sus cosas, con sus problemas con su historia.
En definitiva, me importan las personas.
A punto de cumplir 44, tengo la sensación de que un tsunami
ha pasado por mi vida y ha revuelto todo. Pero a diferencia de los tsunamis que
ocurren en la tierra, este tsunami interior lo que ha hecho es ordenar lo
desordenado. Poner cada cosa en su sitio.
Os deseo todo lo mejor para este nuevo año que comienza.
Ojalá que este tsunami que ha revuelto mi vida, revuelva también la vuestra.
FELIZ 2012
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