A punto de cumplir 44 y después de un año entero sin
escribir, me siento ante esta pantalla, teclado y ratón y espero a que me
llegue algo de inspiración.
Han pasado muchas cosas, todas buenas, en este año de
barbecho escritor. Mis hijos crecen y yo engordo, comienzan a salirme canas y las
prioridades en mi vida empiezan a ser otras.
Ya no me importa no ser la mujer diez que fui con veinte
años, tampoco el no estar a la última, incluso me da igual si no llego a fin de
mes y si mis mechas no están perfectamente dadas, no me importa tener la casa
hecha un desastre y tampoco el desorden de mi armario.
Me importan otras cosas.
En primer lugar me importa que mis hijos sean felices, que
se sientan queridos y que estén contentos con lo que son.
Me importa mi matrimonio, mi marido al que quiero tanto y
que en este momento no cambiaría por nada.
Me importa que mis padres, a los que adoro, sigan estando,
que se sientan bien, que sigan dándome su opinión y diciéndome que es lo que
ellos harían en mi lugar. Al final los padres siempre quieren lo mejor para los
hijos.
Me importan mis hermanas, a las que quiero a pesar de mis
cuñados…. y también gracias a ellos.
Me importan mis amigos, sus problemas, sus alegrías, sus
avances.
Me importa el negrito que pide en Mercadona, si ese, el que
tiene el periódico en la mano y que con una sonrisa que le recorre la cara, te
da los buenos días esperando que te acuerdes de darle algo a la salida.
Me importa ese señor que se cruza conmigo por la calle y va
pensando en sus cosas, con sus problemas con su historia.
En definitiva, me importan las personas.
A punto de cumplir 44, tengo la sensación de que un tsunami
ha pasado por mi vida y ha revuelto todo. Pero a diferencia de los tsunamis que
ocurren en la tierra, este tsunami interior lo que ha hecho es ordenar lo
desordenado. Poner cada cosa en su sitio.
Os deseo todo lo mejor para este nuevo año que comienza.
Ojalá que este tsunami que ha revuelto mi vida, revuelva también la vuestra.
FELIZ 2012
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